Esta copa es, sin duda, una de las piezas más excepcionales de la plástica numantina. Se trata de un objeto claramente suntuario y probablemente con un fin exclusivamente ornamental, aunque la forma cerámica corresponde a objetos frecuentes en la tipología celtibérica como vajillas de presentación. Lo más interesante de la pieza radica en su decoración pintada policroma, que ya llamó la atención a sus descubridores de la Comisión arqueológica presidida por José Ramón Mélida.

La copa representa como elemento central un ave fantaseada a partir de la imagen de una abubilla. Tanto el penacho cervical como las franjas de sus alas recuerdan con claridad las formas de la abubilla. El pintor ha representado, con gran tino compositivo, a un animal con tres alas, de tal manera que sugiere un momento de vuelo. Estas alas han sido probablemente realizadas con ayuda de un compás, así como unos pequeños círculos que decoran su cuello y las franjas de colorido contraste, tan características de la especie. El penacho que adorna la cabeza, perceptible en momentos de excitación de estas aves, es aprovechado por nuestro pintor para realzar la figura y dotarle de un aire más grácil y elegante.

La pieza con su representación zoomórfica manifiesta a las claras el gran conocimiento y contacto que los numantinos tenían con la fauna silvestre de su entorno.